Si hablamos de la temporada 2019/20 del Celta de Vigo no la recordaremos por una de la mejores por su paso por la primera división española. El objetivo a principios de agosto era meterse en una de las posiciones que te dirigen a Europa League, y tras los fichajes de Santi Mina, Aidoo, Denis Suárez y las cesiones de Rafinha, Pape Cheikh y Sáenz la temporada pintaba muy bien.
El Celta se reforzó bien de donde más carece estas últimas temporadas, la línea defensiva. Tras la marcha de su central titular Gustavo Cabral, Joseph Aidoo daba muchas esperanzas, por no hablar de lo que pedía toda la afición celeste, la vuelta de Rafinha.
La temporada comenzó y no de las mejores maneras. Tras perder la primera jornada frente al Madrid en Balaídos por 1-3, el Celta en las primeras 5 jornadas sumaba 5 puntos de 15 posibles y las carencias defensivas eran lo que más destacaban, junto a un Iago Aspas irreconocible, el cual no aparecía para hacer lo que mejor sabe, meter goles.
No fue hasta la jornada 12 la sustitución del técnico Fran Escribá, el cual solo había conseguido 8 puntos en 12 jornadas disputadas. Con esto llegaba a los banquillos Óscar García Junyent, un técnico que daba ilusiones y, tras un partidazo en el Camp Nou con un golazo del lateral Lucas Olaza, el Celta volvía a dar sensaciones buenas a la afición celeste.
Tras la llegada en el mercado de invierno del delantero ruso Smolov y el central colombiano Murillo el equipo daba un salto de calidad increíble, ganando al Sevilla en Balaídos 2-1 y empatando en el Bernabéu al Real Madrid 2-2.
En conclusión, mala temporada del equipo celeste, pocos goles y muchos encajados, buenos refuerzos en invierno que han hecho al equipo dar un salto de calidad increíble. El Celta tiene buen equipo para salvar la temporada, incluso de poder aspirar a media tabla para final de temporada.